Breve resumen de la presentación de Breve historia de la oscuridad
El pasado sábado 12 de abril, Vicente Monroy vino a Alicante para presentar su Breve historia de la oscuridad en 80 Mundos, le plantee algunas cuestiones y ahora voy a intentar desarrollarlas.
Vicente piensa con mucha convicción y tiene un fin claro: disfrutar de ello. Breve historia de la oscuridad es, como lo fue Contra la cinefilia, un monólogo interno más que un ensayo al uso. En resumen: escribe un ritmo ligero, piensa a un ritmo rápido, habla a un ritmo atlético.
En este texto corto habrá cosas que realmente se dijeron en la presentación y habrá cosas que no, porque surgen de la conversación y surgen ahora.
Este ensayo no es pero funciona casi como un capítulo más del anterior porque Vicente consiguió asentar una idea base con él y ahora está consiguiendo dirigir esa idea hacia el resto de trabajos que realiza. Es decir, como programador, escritor y divulgador, su idea de que necesitamos romper con ciertas costumbres y cánones para mantener vivo el arte (él habla de cine pero no solo de cine) nace en su poesía y sigue con su novela y sus ensayos y artículos.
Casi se me olvida a veces la cantidad de cosas que hay que hacer para escribir, pero en este recorrido por la arquitectura de las salas se ve el proceso que sigue su escritura hasta convertirse en un libro. Desde el desplazamiento físico al filosófico, la oscuridad pierde su sentido y casi no queda nada del miedo con el que nos hemos criado. Con 31 necesito hacer mucho esfuerzo para recuperar lo que sentía cuando suplicaba que no me dejaran solo en mi habitación a la hora de dormir.
A pesar de esto, este cuadernito no tiene nostalgia, todo lo contrario. Las salas de cine que plantea Vicente son un espacio comunitario y cercano al ritual de socialización más fácil y sencillo de recuperar o reinventar. La idea de cine como espacio comunitario enuncia abiertamente (Vicente lo hace) la violencia con la que el capitalismo* elimina nuestra posibilidad de ir al cine, de parar a mirar. La misma violencia que ha eliminado la belleza arquitectónica de los edificios desplazándolos a centros comerciales. Ya no vamos al cine por su precio, su disponibilidad y su adaptación a la industria.
El cine es realmente la frase que cita Vicente de Pasolini en el prólogo de la antología que tradujo de François Villon: “la fuerza del pasado, más moderno que todos los modernos”.
Esta mutación más que muerte también llega de otra forma a los libros. Con novedades constantes, coloridos y que no se sostienen. Es decir, cuyos textos no tienen un estilo o formato concreto ni se piensan para ser leídos sino para ser fotografiados. Odio parecer un señor criticando lo nuevo porque no lo soy, os lo juro. No estoy criticando lo nuevo, estoy odiando la capitalización extrema. Las frases no describen imágenes, quieren serlo.